“¿Os imagináis que todas las películas que surgieron en la época del VHS se quedarán en VHS para siempre? ¿Toda la cultura que se perdería o que sería casi inaccesible? Pues eso es lo que está ocurriendo con los videjuegos.” Así empezaba un hilo de Twitter que me atreví a escribir hace unas semanas sobre la preservación del videojuego. El hilo tuvo tanta repercusión que incluso le dedicaron un artículo en Verne (El País) donde se puseron en contacto conmigo para aportar más información. Como me parece un tema relevante, me gustaría ampliar algo de información.

¿Somos conscientes de que los videojuegos son cultura?

Se da por hecho que las películas, la música o los libros son bienes culturales que necesitamos conservar para la posteridad, no hay debate al respecto. Pero la mayor parte de la población no da por hecho que los videojuegos también son un bien cultural que preservar, no porque la gente no esté de acuerdo con que lo sean, sino porque no cae en la cuenta o porque ni si quiera se les ha pasado por la cabeza. De hecho, creo que parte de la gran repercusión del hilo de Twitter se debe a ese golpe de realidad. Los videojuegos se han convertido en los reyes del entretenimiento, pero en la mente de la gente los reyes culturales siguen siendo otros medios diferentes. Por lo tanto, como el público general no suele relacionar videojuego con cultura a veces necesitamos realizar esos toques de atención para que la gente lo recuerde.

Vale, los videojuegos son cultura. ¿Pero cómo accedo a la parte más antigua de esa cultura?

Aquí está el segundo problema: la accesibilidad a los juegos retro.

La conservación del videojuego es muy compleja. Aunque tengamos el código original (que a veces ni eso) el software y el hardware evoluciona y surgen  incompatibilidades. No es tan sencillo como digitalizar un soporte físico. Aquí hay que meterse en las entrañas del código de programación.

Hay comunidades online que están haciendo una labor increíble adaptando juegos a sistemas actuales de forma altruista. Pero quiero hablaros de una empresa en concreto: CD Projekt (Sí, el equipo de The Witcher 3) y su plataforma GOG. Muchos creen que GOG es una tienda digital más, competidores de Origin o Steam. Pero las siglas de GOG provienen de Good Old Games. Y es que es así como nació esta tienda: arreglando y vendiendo juegos de PC de los 80 y los 90.

El equipo de GOG se encarga de encontrar a los propietarios actuales de las licencias, de emular códigos anteriores en máquinas actuales, de solucionar los fallos que aparezcan y de garantizar que van a vender un juego 100% funcional para jugarlo tal cual se jugaba en la época. Además añaden extras bastante interesantes, como los artworks originales, bandas sonoras descargables, o nuevas funcionalidades como guardado en la nube. Por ejemplo, compré el Sam&Max de oferta (1€) y me regalaron un pdf con el libro original de pistas. 

Muchos critican su «actividad comercial» diciendo que te cobran 5€ por lo que un emulador bien configurado podría hacer gratis. Y sí, existe una comunidad increíble que hace una gran labor de forma altruista adaptando juegos a los sistemas actuales. Pero se les escapa algo. Estos críticos se olvidan de la accesibilidad. Cuantas menos barreras pongamos a estos juegos, más vivos estarán. No todo el mundo sabe configurar un emulador DOSbox. Y aquí se ofrece una alternativa legal y accesible a títulos que podrían haber muerto. Y también se preserva su futuro. Cuando se lanzó Windows 10, desde GOG probaron TODOS los juegos del catálogo para arreglar los fallos de compatibilidad de TODOS los juegos. Se han preocupado más ellos que las desarrolladoras originales.

Los emuladores llevan años entre nosotros, pero GOG ha hecho un trabajo fantástico permitiendo que con dos clics puedas jugar a un juego retro sin preocuparte por nada, y esto tiene un gran valor especialmente para los que no están metidos en el mundo de la emulación, o directamente sus habilidades digitales no están tan desarrolladas.

Aviso que con esto no quiero quitarle valor a la tremenda labor social que han hecho decenas de asociaciones e individuos digitalizando, recopilando y resolviendo problemas de compatibilidad con juegos clásicos. Existen comunidades como “El trastero del Spectrum”, SPA2, Amstrad ESP, entre otros  (como véis, aquí en España, no hace falta irse muy lejos) que durante años han creado envidiables bibliotecas de juegos de forma altruista, o comunidades de jugadores que se han ayudado mutuamente para ejecutar estos juegos en equipos actuales.

Pero tenemos que ser realistas. Lo que para unos es muy sencillo (busco el juego, selecciono un emulador entre la oferta disponible, lo configuro, pruebo si el juego funciona bien, si no funciona busco ayuda en comunidades online por si alguien tiene la solución a mi problema, etc), para otros puede ser una auténtica odisea. No podemos creer que como para mí es muy fácil hacer algo, también será muy fácil para todo el mundo. Y aquí es donde entra el valor de GOG, en hacerlo sencillo para todos.

Por poner un ejemplo, el juego favorito de mi padre es Gauntlet (1985), mi padre está ya jubilado y sus habilidades digitales son casi nulas. Si mi padre intenta ejecutar un juego clásico en un emulador por su cuenta, te digo yo que acaba tirando el monitor por la ventana. Ya ni te digo si resulta que el juego presenta algún problema y tiene que hacer alguna configuración extra en el emulador para mejorar la compatibilidad. Y personas como mi padre hay muchísimas, y para ellos GOG les puede ahorrar dolores de cabeza a la hora de jugar a sus juegos favoritos. Que me des ya el juego montado en una cajita y envuelta con un lacito sirve para acercar estas joyas a usuarios que no saben montárselo por su cuenta. 

Cuanta más gente pueda acceder a este patrimonio, más enriquecidos culturalmente estaremos. Sería una lástima que estos juegos solo fueran accesibles para unos pocos. GOG está democratizando el acceso a este patrimonio cultural. ¿Tú te apañas con el mundo de la emulación? Estupendo. ¿Para ti se te hace cuesta arriba? No pasa nada, aquí tienes una alternativa más accesible sin esas barreras.

¿Y no es un poco problemático que esto lo realice una empresa privada?

Ya existen iniciativas públicas que se dedican a esta labor. Pero precisamente que sea una iniciativa privada, con ánimo de lucro y que sea sostenible es lo que me parece una gran señal. Significa que hay demanda de juegos clásicos, que al público le interesan estos títulos. Y lo más importante: que se está llegando a un público nuevo. No tengo datos oficiales, pero me hace pensar que muchos jugadores que se apañaban con sus emuladores quizá prefieran seguir usando sus propios métodos para jugar a juegos clásicos, pero si la empresa es rentable puede que haya gente pasando por caja que hasta ahora no ha tenido la posibilidad de emularlos.

El medio actual no se podría entender sin la influencia de juegos como Little Big Adventure, Maniac Mansion, System Shock o Doom. A nivel académico debemos eliminar cuantas más barreras posibles para jugar y estudiar estos juegos. Y a nivel particular, eliminar también las barreras para rejugarlos de nuevo o descubrirlos a las nuevas generaciones.

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